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PROFESIÓN ELE

#cuñele o #estrategiasdecuñao para aprender idiomas

11/19/2018

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​Hoy nos ha parecido más que oportuno hacernos eco de un tuit del genial pianista James Rhodes, al que, personalmente, me gustaría felicitar por dos cosas: por su esfuerzo y dedicación aprendiendo español y porque nos ha dado pie a hablar de la problemática de ser profesor de español como lengua extranjera. Pero, ¿cómo ha conseguido poner el foco sobre esto? 

Mirad, tengo un poco de tiempo libre en madrid en diciembre. ¿Alguien puede recomendar una escuela realmente buena para aprender español? Preferiblemente con clases grupales e individuales. Porfa...

— James Rhodes (@JRhodesPianist) 14 de noviembre de 2018
Hace algunos días, el pianista decidió utilizar su cuenta en Twitter para lanzar una pregunta a sus seguidores: “¿Alguien puede recomendar una escuela realmente buena para aprender español?”. El músico quería aprovechar una temporada más libre en Madrid para perfeccionar su nivel de español. El pasado septiembre, él mismo declaraba en el programa de Buenafuente, Late Motiv que a pesar de que hace algo más de un año que vive en la capital: “todavía no puedo hablar español suficientemente bien.”
​James, hablas genial, tienes un gran nivel de comunicación y un dominio del lenguaje coloquial e idiomático que… “¡mátame camión!”. Es fantástico que quieras mejorar, porque eso significa comunicar más, mejor y con la misma profundidad y sutileza con la que te puedes expresar al piano. No poder transmitir ideas o sentimientos con claridad es un sentimiento muy frustrante.
Obviamente, su nivel de español no es el problema, pero sí lo es el “cuñadismo” que asfixia cada conversación, con la vehemencia de hablar de un tema o de dar consejos empoderándose con la verdad absoluta. Lo que en este caso queda en tela de juicio es el trabajo que desempeñamos millones de profesores por el mundo. Ese “cuñadismo” al que hemos decidido dedicar hoy el post, el #cuñELE, es el problema: entre las respuestas que los usuarios han ofrecido abundan las que ponen nuestra PROFESIÓN (y lo pongo en mayúsculas no porque esté gritando, sino para que quede claro que somos tan profesionales como en cualquier sector) a caer de un burro y la denigran.
Según la mayoría de los internautas cuñELE que se han pronunciado, es más fácil aprender español en un bar que en un aula; es más práctico bajar a tomarse un chocolate con churros a la cafetería;  bajar al aperitivo a un bar, a merendar a otro y aprender en la peluquería u otros comercios del barrio. Otros creen que es suficiente con vivir en el país, que eso del idioma ya se va adquiriendo por sí solo. Y los hay que, al contrario, invocan a los clásicos como método de aprendizaje: Unamuno, Baroja, Delibes, Cela.
Llamadme lo que queráis y si os ofendo os subís al carro, que está a la orden del día ofenderse, pero con lo que trabajan los churreros y churreras, los camareros y camareras o lo que tienen que correr de un lado para otro los peluqueros y peluqueras…, puede que les quede algo de tiempo para charlar, sí, pero para explicar la diferencia entre “por” y “para” (y pongo una fácil, que si pregunto por el subjuntivo me decís que eso no existe y lo que me faltaba), como que no los veo. Y, bueno, ya sabemos que aprender “por ósmosis” como Antonio Banderas en El Guerrero Número 13 está a la orden del día, aunque hay compañeras que no están de acuerdo:

Yo estoy rodeada de chinos y me veo todas las pelis chinas de Filmin, pero no sé qué pasa que no salgo del ni hao. ??‍♀️

— Arancha Pastor (@aranchapastor) 14 de noviembre de 2018

James, busca un profesional, los hay y muy buenos. Si tuvieras un problema de salud ¿querrías un médico o te valdría cualquiera que haya visto todas las temporadas de House?

— Profesión ELE (@ProfesionELE) 14 de noviembre de 2018
Menos mal que no todo son cuñerismos o cuñerías, señoras y señores. Todavía hay profesionales de ELE que están al loro para dar consejos con fundamento e incluso están los que ofrecen su humilde trabajo de forma personal (guiño, guiño, codazo, codazo, James), y por supuesto, ahí estamos también desde Profesión ELE queriendo destacar la importancia de ser coherentes.
Igual he empezado muy combativa, pero es que quiero señalar que enseñar es una profesión digna, enseñar cualquier disciplina es una profesión digna, enseñar un idioma es una profesión digna que requiere más que creer que se sabe un idioma, y especialmente enseñar español, sea en España o fuera, es algo más que un plan B.
En el blog Otra profe de ELE, nuestra compañera Raquel Benito describía hace tiempo el hartazgo que nos supone aguantar a algunas personas ajenas a este trabajo que se piensan que en el aula (y en las juergas que aseguran que nos pegamos cada día con los estudiantes) “todo son risas” y que nuestro trabajo lo puede hacer cualquiera, cosa que ella describe perfectamente en la siguiente viñeta a propósito de lo que, según aclara en los comentarios, le dicen algunos amigos.
Imagen
Cuñados y cuñadas, humildemente creo que el principal problema de estas respuestas es que con lo estupendamente bien que hablamos todos español nos falla la terminología de algunos conceptos, como son: aprender, practicar; y saber, enseñar.
​Es decir, si no se ha aprendido algo de una manera u otra, con un método u otro, hay muy pero que muy poquita gente que pueda deducir por sus propios medios el significado de una palabra o la estructura que debe utilizar en una frase. Al bar, a la cafetería, a cualquier lugar donde poder interactuar con otros hablantes nativos vamos a practicar y a aprender expresiones idiomáticas, coloquialismos, etc., pero principalmente a practicar algo que se ha visto previamente de algún modo, y en la mayoría de los casos (exceptuando a Antonio Banderas, que solo necesitaba escuchar a los vikingos) bajo la guía, ayuda y apoyo de un profesor o una profesora.
Por último, os invito a pensar en alguna persona que conozcáis que sabe muchísimo de un tema pero que es incapaz de transmitir ni un 1% de todo su conocimiento. ¿Conocéis a alguien así? Saber algo no implica ser capaz de trasnmitírselo o explicárselo a otra persona; conocer no es sinónimo de hacer; de igual modo que ser profesor no es trabajar con un libro; es reflexionar sobre qué y cómo enseñar, preparar dinámicas para clase, adaptar materiales, y un largo etcétera.
Tal vez no esté de más explicar que cuando uno dice “pago X euros la hora de clase” en realidad no paga por lo que se hace en esos 60 minutos, sino que paga por lo que el profesor sabe, y que ha ido aprendiendo, formándose y especializándose muchísimo, y paga por lo que ese profesor hace antes de la clase, adaptándose a lo que el estudiante necesite, preparando actividades, seleccionando materiales… y paga por lo que ese docente hace después, dando feedback al estudiante y ayudándole a ser más autónomo, corrigiendo tareas, enseñando a aprender mejor, preparando la clase siguiente…
En los comentarios del blog de Raquel otra compañera da un ejemplo que, en mi humilde opinión, es muy gráfico: “yo sé lo que es un puente y no por eso sé construirlo.” Entendamos las dificultades y la especialización de cada profesión y dejémonos en manos de profesionales, por favor.
​                                                                     Donelia Ruiz (@undonediddo)


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